sábado, 1 de diciembre de 2012

San Juan de la Cruz

Su verdadero nombre era Juan de Yepes y nació el 24 de junio de 1542 en Fontiveros, pequeño pueblo abulense perteneciente a Castilla y León y muere el 14 de diciembre de 1591, a la edad de 49 años. En 1567, es ordenado sacerdote y traba gran amistad con Teresa de Jesús de Avila al que integra en el movimiento de la reforma carmelita que ella había iniciado.

En 1568, Juan de Yepes (San Juan de la Cruz), escribe, "El Cántico Espiritual", uno de los textos místicos de la cultura hispánica, en el siglo XVI. Escrito en un lenguaje simbólico. Creo que por dos motivo, uno, para que la Inquisición de la época lo dejara en paz, y otro, por el propio camino que realizaba, “el del camino interior”, en el que el lenguaje metáforico o el lenguaje de negación, és la mejor forma para Expresar una vivencia Indeprofundis, una vivencia extática, en fusión con lo Divino.

En 1568 Juan de la Cruz fundó el primer convento de Carmelitas Descalzos, los cuales practicaban a ultranza la contemplación y la austeridad. Unos años después, 1577, sus intentos reformistas de las órdenes monásticas, le llevaron a sufrir 9 meses de dura prisión en un convento de Toledo, acusado de apóstata. De su cautiverio en aquella cárcel-convento de Toledo, nace la composición de su obra cumbre: "Cántico espiritual". (Extraído del Wiquipedia).


"Hay momentos, que me vienen frases, estrofas, del Cántico Espiritual, cuánto más lo leo, más me sabe a "miel". Es belleza pura, luz, y en momentos, es, espejo del sufrimiento también "Indeprofundis", de esa intensa búsqueda de Paz, de Unión con lo divino (llámasele el nombre que se quiera)".


Os voy a dejar una de sus "Canciones del Alma" que goza de haber llegado a la fusión con lo Divino, por el camino de la negación espiritual. (Lo he escrito en castellano actual).
                                                                
En una noche oscura
con ansias en amores inflamada
¡O dichosa ventura!
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada.
A oscuras y segura
por la secreta escala, disfrazada,
!o dichosa ventura¡
a oscuras y en celada
estando ya mi casa sosegada.
En la noche dichosa
en secreto que nadie me veía
ni yo mirava cosa
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.
Aquesta me guiava
más cierto que la luz de mediodía
adónde me esperaba
quien yo bien me sabía
en parte donde nadie parecía.
¡O noche, qué guiaste!
¡O noche amable más que la alborada!
¡O noche que juntaste
amado con amada,
amada en el amado transformada!
En mi pecho florido,
que entero para él solo se guardaba
allí quedó dormido
y yo le regalaba
y el ventalle de cedros aire daba.
El aire de la almena
cuando yo sus cabellos esparcía
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentido suspendía.
Quedéme y olvidéme
el rostro recliné sobre el amado;
cesó todo, y dejéme
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.











                                                                   











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