...o mejor dicho, el capitán general.
Mi mirada desconfiaba
de la mirada ajena
cerré puertas,
levanté muros.
De mi vida cautiverio
ira y venganza a mis
enemigos,
sin darme cuenta
que yo era la primera enemiga
a la que sepultaba.
Los cuentos no son ficciones
son palpables realidades,
contadas como espejos
por si algún pájaro quiere
anidar,
saber que no está solo!
Con el paso de los años
la tortuga Casiopea
que se encerró voluntariamente
y sin saber porqué!
volvió lentamente, muy lentamente
a la vida,
ayudada por el viejo pastor,
respetada y querida.
Fue un espejo, haciéndose con confianza,
levantando velos,
descorriendo postigos
dejando penetrar la luz.
El viejo pastor
me ayudó a relatar
viejas fábulas
con este espejo que iba
construyendo
como piezas de puzzle.
Fui aprendiendo
que en la vida humana
la espiral es la reina
Poco a poco fueron cayendo velos
Mi comprensión de lo que me ocurría...
abrió ventana a mi compasión.
Aprendí a caminar con mis propios recursos,
atravesando puertas diferentes
encontré otros pastores,
me quedé un tiempo a su lado
y cuando mi insatisfacción echaba raíces, volaba...
II
Capa tras capa,
aprendiendo a perdonar y perdonarme
dejando que ríos y afluentes,
mares y océanos
me lavaran heridas de amor, de soledad.
Y continúan lavándose
heridas,
porque capas profundas
se están moviendo
III
Yo sueño que algún día
los niños al nacer en la tierra
sientan el calor de sus padres,
sientan que les dan un espacio amoroso.
Porque los padres también viven y sufren
pero que sean conscientes de sus heridas,
y llamen a los pastores para que les ayuden
a lavar sus heridas de amor...
para que así no les transmitan esas llagas a sus hijos...
Una herida transmitida
un dolor traspasado
es una gran losa en un bebé!
Una tumba de la que habrá de resarcir!
con paciencia y mucho amor.
IV
Yo sueño jugar con mariposas
destellos de luz
risas al viento.
Jugar con ternura y alegría con otros niños,
comprenderme y estar abierta a su música y a la mía...
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