Cómo me
enredo en los hilos de la vida…
Planea como
una amenaza ese sueño que tuve el otro día…
Sé que
empiezo una larga peregrinación…
Largo
tiempo he cerrado las puertas a lo indecible.
La
confianza la he ignorado.
Ahora la
vida me señala los postigos que he de abrir…
Me lo
señala con su guadaña, pues vida-muerte son un mismo “son”.
He de morir
a mis miedos y resistencias, para dejar paso a la nueva vida.
Pero soy
consciente en mi camino de mi miedo,
mi estomago
se agita, mi mente
empieza a dispararse, y tengo que pisar a fondo mi voluntad para detener el
remolino mental.
Respirar,
respirarme
y dejar pasar la tormenta, la tramuntana.
Y pensar
que esto va para largo, pues no se descorre así como así, 50 años de postigos
cerrados.
Que es mi
camino, la deconstrucción, camino de tortuga
y que
requiere serenidad, fortaleza, dulzura, y paso firme y constante.
Con
asientos para descansar en la vereda
y poder
sentir, sentir con mi corazón los pasos a seguir.
Y quizás
esos pasos serán, dos atrás, uno para adelante,
y –així-, “de mica en mica, s’omple la pica”.
Para
quitarme fuego de encima,
para llorarme.
Sé que me
asusto con facilidad por cosas que luego me parecen nimias, pero soy así, pues
así navego desde hace tiempo.
Por eso,
pienso muchas veces, que sólo he venido a aprender eso.
No darle vueltas a la cabeza
y actuar más.
Adentrárme en la mecánica de la vida,
respirarme en ella.
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