Salida de la Luna sobre el mar
No siempre me
encuentro así.
Contemplativa,
vuelta hacia mi interior.
En una
estancia,
con un
silencio
sentada.
Escuchándolo.
Proyectando
mi mirada hacia la salida de la luna.
No hay ningún
ruido.
Todo es
calma,
sólo el vaivén
suave de las olas
que acompañan
el ritmo lunar,
ténue,
el ritmo.
Todavía no es
noche
negra noche,
pero quizás
hoy no lo será.
La Luna a
punto de nacer.
El sol ha
dejado los últimos albores
que como
abrazos se abrirán
para dejar
paso a la luna.
En esa mirada
atrayente,
absorbente,
estamos integrados
con el cielo nocturno
pequeños
espacios lunares
que se reflejan
ya en la cama marítima
en el lecho
ondeante suave
que
mece ese barco con su vela.
Mis ojos, mi
alma, mi cuerpo,
toda yo me
fundo en esa luna,
en ese
espacio que el cielo se abre a ella.
Una claridad en medio de la noche,
una luz
platina en medio de la oscuridad
plateada por
el reflejo de ella en el mar
Contemplo en
silencio,
en un
profundo silencio este oceánico paisaje,
esta profunda
mirada que me lleva a mi mar adentro.
Para no
perderme demasiado en el exterior,
para no
perderme demasiado en el caos y el ruído externo.
Contemplo con
gozo. Contemplo y me dejo ahí.
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